INTELIGENCIA EMOCIONAL, UN CAMINO HACIA EL ÉXITO
El coeficiente intelectual no es el que gobierna
las posibilidades de éxito en la vida. Se requiere algo más. Según dice Daniel Goleman,
autor del libro “Inteligencia Emocional”, lo intelectual solo representa el
10% para asegurar que nos vaya bien en
la vida. En efecto, este tipo de inteligencia es irrelevante para tener una
buena relación con la pareja, los hijos, los amigos y colegas.
En cambio hay otra destreza llamada ‘inteligencia
emocional’ la cual se relaciona con el tipo de persona que agrada, que se
interesa por otros y es cortés. Este recurso es el gran secreto para lograr el
éxito en la vida. Y la buena noticia es que va aumentando con cada década de
vida. Es lo que se llama madurez y se puede desarrollar a través de la
experiencia.
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¿Para qué es importante darse cuenta de las
emociones? Para tomar decisiones y no arrepentirse después. En ocasiones la
cabeza supera a las emociones y no las escuchamos. Pero ellas aportan información
valiosa. En una decisión importante el cerebro emocional hace el resumen de
todas sus impresiones y se las transmite al cuerpo a traves de una sensación en
el estómago. Es algo físico que si se siente bien, entonces es verdad y es
correcto. Darle el espacio adecuado a las emociones es lo que llamamos
intuición.
El segundo componente tiene que ver con los
niveles de estrés. Las personas bajo presión tienen una cascada de pensamientos
intrusos que perturban la mente e impactan de forma negativa el lóbulo prefrontal
o zona del cerebro donde se toman decisiones. Por esta razón cuando se está sometido
a altos niveles de tensión hay una gran probabilidad de hacer cosas de las que
se puede uno arrepentir después.
En tercer lugar tener en cuenta la motivación
para alcanzar las metas. Cuando una persona optimista se encuentra en
dificultades, las ve como algo que puede cambiar y superar. En cambio el
pesimista evalúa el mismo evento como algo interno que no se puede transformar.
En cuarto lugar esta la empatía como base de la
compasión. Se trata de la persona que sabe cómo se siente el otro y responde de
forma apropiada. En estudios científicos se ha encontrado que una persona altamente
peligrosa puede tener un elevado nivel de coeficiente intelectual pero, en
relación con el nivel de compasión, marcar cero. Y en último lugar está la
capacidad de hacer sentir bien al otro.
Todas estas cualidades se pueden cultivar y
aprender, a diferencia del coeficiente intelectual que no cambia nunca. Ellas
aseguran el éxito en todos los campos de la vida.