La ley de la armonía es fundamental en el mundo de la materia para dar forma a todo lo que existe. Se expresa en la música, en los reinos mineral, vegetal, animal, humano, y se proyecta hasta el cosmos dando forma a las galaxias. Gracias a ella todo adquiere encanto.
Lo que da esta cualidad armónica a las formas es la proporción entre las partes que las componen. El numero de oro o áureo, representado por la letra Phi del alfabeto griego, equivale a 1,61. Este número es la proporción que define esta relación de belleza entre las partes.
Se ha encontrado su expresión en las construcciones Egipcias, Sirias y Babilónicas en donde ya era utilizado por el hombre. Pero no fue hasta el año 300 a.c. cuando el matemático griego Euclides hace el primer estudio formal. En el siglo XV, el franciscano Lucas Pacioli lo renombra como el número de la proporción divina.
Según esta ley de armonía, el cuerpo de un hombre es perfecto cuando sus partes se relacionan entre si en proporciones de 1,61. Por ejemplo la mano es 1.61 de la longitud que hay desde la muñeca hasta el codo, el brazo es 1,61 desde el codo hasta el hombro y así para todo el cuerpo.
Platón dice hermosamente en su dialogo de El Timeo:
¨Lo que produce la belleza es la armonía de las partes del cuerpo entre si y con el alma, porque la naturaleza ha dispuesto el cuerpo como un instrumento que debe estar en armonía con todas las necesidades de la vida. Al mismo tiempo es preciso que, mediante un debido acuerdo, el alma posea virtudes análogas a las cualidades del cuerpo, y que en ella la templaza corresponda a la salud, la prudencia a la sensibilidad, el valor al vigor y a la fuerza, y la justicia a la belleza. La naturaleza nos suministra gérmenes de estas cualidades, pero es preciso desenvolverlas y perfeccionarlas mediante la cultura; las del cuerpo con la gimnasia y la medicina, las del alma con la educación y la filosofía¨.
Que buena publicación todos debíamos saber eso desde la escuela, gracias por compartirlo
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