Y es que este desequilibrio acaba
con cualquier tipo de relación. Desde una relación de pareja, de amigos, de
estudio o trabajo, de negocios o casual. O ¿no te ha sucedido que en una simple
compra en la que pagas mucho más de lo que recibes, quedas sin el deseo de volver
a comprarle a esa persona?
Recordemos que el amor es una
fuerza en movimiento expansivo hacia más y más. En cuya ecuación tiene que haber por lo menos
dos individuos. El amor no tiene sentido si hablamos de uno solo. Y una forma
de hacer que el amor crezca es si cada uno recibe del otro calidad y cantidad suficiente de gratificantes tanto materiales, como emocionales.
Recibir gratificación es el
motor que impulsa a devolverla en una mayor medida. Esta dinámica de dar y
recibir es el pilar de toda relación que perdura en el tiempo.
Si en la relación hay entrega y esmero por parte de uno, mientras
que en el otro hay indiferencia y pasividad. Alarma... la relación se romperá por debilitamiento y no podrá
permanecer armónica en el tiempo. El que da llegará finalmente a agotarse.
Con un agravante, quedará altamente resentido al final de cuentas.
Si bien una relación comparte lo
bueno, lo difícil, lo malo. Es importante que cada uno sienta que el balance es
positivo, que hay equiedad y justicia. Pues estas son manifestaciones del amor.
Toda relación crece cuando el
compañero se preocupa por el bienestar del otro. Esto crea alegría y bienestar.
Lo que hace que el deseo de permanecer en la relación se mantenga.
Sí estás empeñado en fortalecer
tus relaciones, asegúrate que tengan una mezcla entre recibir beneficios y entregar
bienestar. No te olvides que dar y recibir en equilibrio, es la clave de
cualquier buena relación.
0 comentarios:
Publicar un comentario