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El descenso
de la energía vital del organismo puede deberse al exceso de ejercicio, mala
alimentación o falta de descanso. Pero
también influyen los estados mentales. Para entender el proceso imaginemos,
según lo propuso el humanista colombiano Gerardo Schmedling, que la mente es
como un edificio de tres niveles.
Al piso más alto o azotea le entra plena luz
del sol, debajo está la edificación propiamente dicha en donde hay penumbra por
las paredes que la conforman, y finalmente un sótano donde todo es oscuro por
estar bajo nivel de tierra.
amenazado, tener culpa u
odio, estar en escasez o enfermedad, son experiencias que según la intensidad
con que se perciban y la cantidad de tiempo que se mantengan, consumen mayor o
menor cantidad de energía vital.
Cuando una persona es feliz y plena está en la
azotea, su mente es luminosa, proactiva y creativa. El cerebro produce
endorfinas y serotoninas que son las hormonas del bienestar y el placer. Y el
cuerpo es enérgico y saludable.
Cuando la mente alterna entre ideas de
confusión y claridad, es como si estuviera en el segundo nivel de la
edificación. Hay momentos de felicidad, opacados con sentimientos de tristeza.
El cuerpo experimenta cansancio y síntomas de enfermedad, debido a la tensión
del sistema nervioso y al debilitamiento del sistema inmunológico.
Si la mente entra en el sótano o nivel oscuro,
se produce un estado de confusión total, el individuo ha llegado a la
depresión, que si no se corrige puede llevarlo hasta el suicidio. El cuerpo
consume toda su energía vital. Por lo tanto, en el mundo de la mente está el
comando de la bioquímica del cerebro y de las consecuencias somáticas de
vitalidad o falta de energía.
Situaciones como pérdidas repentinas, problemas
sentimentales con pareja, hijos o padres, sentirse
Si bien, estar en una situación dolorosa no es
fácil, la transformación del sentimiento y la percepción comienza a nivel del
pensamiento. Se requiere de voluntad y disciplina para conducir de regreso a la mente al
nivel de la azotea, pero traerá su recompensa.
El principal requisito para lograrlo es la
consciencia de los siguientes tres principios. Nada me puede atacar, excepto mis propios pensamientos. Solo yo sé cuál es el pensamiento recurrente que me
causa malestar. En cada instante tengo el poder de cambiar ese pensamiento.
Marta Muy bueno, valido y excelente recordatorio, tu articulo. Abrazos
ResponderEliminarGracias Martha!
ResponderEliminarQue gran verdad Marta, lo pondre en practica, un abrazo GRANDE. Gracias por compartir tu sabiduria.
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