Siempre que se siente miedo, es señal inequívoca de que se le
ha permitido a la mente hilar sus creaciones con antiguos contenidos de
pensamiento inconscientes. Estos emergen para dar validez a la creencia,
manifestando experiencias iguales a su contenido. Todo pensamiento produce una
forma en algún nivel.
De nada sirve pensar que controlando los resultados de un
pensamiento gestado desde el miedo, pueda producir algún tipo de transformación o curación.
Lo que hay que hacer es una corrección
en el pensamiento que lo creó, no en su efecto.
Tanto la paz como el miedo proceden de pensamientos. Si se cree que no se es libre para elegir uno
de ellos, entonces tampoco se es libre para elegir el otro. Al elegir en favor
del miedo, es creer en la validez de este y rechazar la posibilidad de la paz. El
resultado de esta continuada elección es la perpetuidad del sufrimiento.
Tanto la paz como el miedo son decisiones. Porque en el único reino
donde se es el soberano absoluto, es en la mente. Por lo tanto el cambio del mundo es en
ella, y eso es cuestión de que se esté dispuesto a hacerlo. Con cada pensamiento se elige darle realidad a una o a otra. Todo es cuestión de que se valoras más.
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