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LA SOMBRA, EL ESPEJO DE NUESTRAS VERGÜENZAS

‘Todo pasado fue mejor’, no siempre resulta ser cierto. Para algunos recordar su anterior pareja, el sitio o las circunstancias de la niñez, e incluso la familia en la que les tocó nacer es motivo de desdicha.

Queda la sensación del ‘si yo hubiera’: tenido otros padres… o  nacido en otro país... o si  me hubiera casado con otro(a)… Ante este panorama lo que se quiere es pasar el borrador para no volver a recordar la historia.

Carl Jung definió estas circunstancias negadas, con el sustantivo ‘la sombra’. Como su nombre lo dice,  permanecen ocultas ante la razón pero no por ello desaparecen, pues nuestro inconsciente sí que sabe de su existencia.
Esa sombra busca mecanismos para emerger a la luz y hacerse visible. Lo hace creándonos experiencias desagradables que nos sacan de nuestro centro. Una de ellas es por medio de las personas o situaciones que nos hace reventar de la ira o de fastidio, o por medio del pinche tirano que nos hace morder el polvo.


Esto no quiere decir que vamos a negar la falta cometida por alguien. No, no es ponernos una venda en los ojos. Pero sí tiene que ver con nosotros cuando esos comportamientos nos ponen al límite del malestar.

Lo interesante de estas situaciones es que caemos en la necesidad de buscar culpables afuera de nosotros. De inmediato el dedo de la justicia señala al otro, creyendo que tenemos la razón. Disculpa perfecta para permanecer  en desasosiego.

Pero si realmente aprovechamos la situación para nuestro beneficio personal, podríamos empezar por darnos cuenta de que mientras hay un dedo que señala al culpable, tres dedos apuntan en dirección a nosotros. Es un autoseñalamiento hacia nuestra sombra, la verdadera culpable del malestar.

El ser conscientes de este acto, es un buen comienzo para integrar esa parte que nos es mostrada, a manera de espejo. en el otro. Valernos de ese reflejo para escudriñar en el interior la creencia vergonzante o herida no sanada, permite integrar esa otra cara que también somos, pero no nos habíamos atrevido a mirar.

El sabio refrán que dice ‘todo aquello a lo que te resistes, persiste’, es la consecuencia de negar la sombra, su persistencia no es más que el pedido a ser vista, nombrada e integrada de forma consciente.

El hacerlo es un proceso amoroso con nosotros mismos y con la persona que altera nuestra armonía. Este acto de reconocer lo que consideramos vergonzoso o doloroso de nosotros, es genuinamente ‘perdón’.

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