Uno de los caminos hacia el estado de conciencia
donde se trasciende las limitaciones y se alcanza la expresión del pleno potencial humano, es la alineación
del sentir, pensar y hacer. Cada uno de estos componentes deberían operar alineados, sin embargo en la mayoría de
las personas actúan en tiempos diferentes, veamos como:
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Es a este recurso de información a donde la mente acude en el 95% o 98% de las veces para tomar decisiones de vida. Siguen de forma automática sus mandatos que se manifiestan en el cuerpo como una emoción a la que hacemos caso de forma incuestionable. Esta es la manera como se repiten experiencias de fracaso y dolor.
El pensar tiene que ver con el futuro, son los
sueños y deseos que de forma racional y consciente se quieren lograr.
En ellos se ponen el máximo esfuerzo y empeño, pues su logro está íntimamente
relacionado con la mayor carencia o miedo. Por esta razón se cree que la
felicidad es un estado al que se llega
cuando dichos sueños se logren.
El hacer, es afín al presente. Pero cuando se
decide emprender una acción en el presente para obtener un logro futuro, se
hace tomando información del sistema de
creencias pasadas que se encuentra en el back
up del inconsciente. Si este inconsciente no se hace consciente, tendría
razón la frase popular, que dice “Quien no reconoce su pasado está destinado a
repetirlo”. Esto explica por qué el
futuro se repite como una fotocopia del pasado.
Para lograr cambios verdaderos de vida, se hace
necesario alinear esos tres momentos. Una condición importante es ir a la
propia historia y hacer consciente el sistema de creencias del grupo familiar, es decir el pasado. Aquí es
donde se entiende la fuerza de las emociones que salen a la luz.
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