Cuando estamos viviendo una situación difícil,
siempre hay un sentir que nos está previniendo del desastre. A este sentir se
le ha llamado intuición. Su función es
encaminarnos a ser felices desde la autenticidad y la alegría del
corazón. Ella se expresa tomando información
del tiempo presente, por eso no tiene
prejuicios. Su cualidad es femenina y todos, tanto hombres como mujeres,
podemos acceder a ella.
Por otro lado está la mente racional. Esta ha aprendido de las experiencias pasadas,
su función es protegernos para no repetirlas, sobre todo si estas han sido de
dolor. Por esto su característica es la precaución, toma información del pasado.
Es de cualidad masculina y sin importar que seamos hombres o mujeres, también
se hace presente en el momento de tomar decisiones.
Estar en una situación de presión emocional con
un jefe injusto, un trabajo en el que no se es feliz, una relación insatisfactoria,
un empleado ineficiente, siempre es motivo de frustración. Nuestro sentir nos
advierte que algo no está bien y si lo escuchamos podremos salir a salvo antes de ser lastimados. Pero a veces no prestamos atención a estos campanazos de la
intuición y nos empecinamos en hacer esfuerzos más allá de los necesarios, con
la ilusión de que la situación cambie. En otras palabras, nos atamos al leño
caliente aunque nos queme.
Negarnos a escuchar los llamados que proceden
de la intuición tiene un costo. El tiempo, el esfuerzo y el
bienestar son precios que se pagan por tratar de mantener la situación en pie, aunque
nuestro interior sapa de antemano que no tendrá un final feliz.
No tomar una decisión a tiempo causará desgaste, debido a la guerra interior entre
el sentir y el pensar. Mientras la intuición dice que no te sacrifiques innecesariamente, la mente
racional bombardea con argumentos de
miedo y prevención. Cuando a esta última se le deja actuar por mucho tiempo,
nos paraliza. De ahí el refrán popular “el que piensa, pierde”.
El autoengaño trae infelicidad porque ponemos
al miedo de guía, sin darnos cuenta que con este perdemos la libertad, la
autenticidad y la alegría.
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