¿Saben? Creo que en mi afán por tener una mejor y más elevada autoestima fue lo que me llevó a ser terapeuta. Según la real academia de la lengua española, define como autoestima: Valoración generalmente positiva de sí mismo. ¡Y bueno! Vaya temita para resolver. De su no resolución surgen los dolores más profundos. Producto de una arraigada convicción de no soy capaz, no lo lograré, no tengo derecho y finalmente la resignación y  el no merecimiento.

La autoestima se ve gravemente afectada cuando hay comparación con respecto a otros. Si no fuera por esta condición el concepto del yo sería simplemente neutro. Y esto de la comparación lo aprendemos desde pequeños cuando los adultos nos hacen creer que hay personas mejores y más valiosas. Háblese de cualquier aspecto como: belleza y atributos físicos, destreza y habilidades mentales o corporales o también por posición económica. Esta última se da cuando los de una menor capacidad adquisitiva están en contacto cercano o familiar con unos de mejor y elevada posición económica.

Por esta razón el tema de la autoestima es un caballito de batalla nada fácil de domar. 

Para lograrlo se hace necesario invertir el proceso. Me refiero a dejar ir poco a poco la costumbre de referenciarnos con el mundo externo y comenzar a ser autorreferentes. Y ¿Qué es la autorrefencia? Es recordar quien somos, por medio de un constante retorno a nuestra fuente, el SER.

Esta esencia permanece sin ser alterada a pesar de lo que pensemos y creamos de nosotros. Su cualidad es el amor incondicional y está a nuestro alcance con tan solo acallar los juicios punitivos que nos lanzamos. Para ello se requiere de estar  alerta y despierto. Verás que con este simple acto la mente se silencia. Ahora, decide a voluntad conectarte con tu Ser.

Se trata de un entrenamiento mental. Esto es así porque todo está en la mente. La verdad y la falsedad, el cisne y el patito feo que hemos creido ser. Estamos siempre a un pensamiento de la luz o de la oscuridad. El asuto es cuanta voluntad ponemos para dejarnos arrastrar por las creencias impuestas o conectarnos con nuestra realidad trascendente.

Te animo a practicar el reconocimiento de lo que sí eres. Porque todo lo que reste en lugar de sumar, son creencias. Te aseguro que no pierdes el tiempo. Todo lo contrario, solo te traerá ganancias.